Beauty is in the eye of the watcher

Soy una beauty adicta no lo voy a negar. Me encantan los potingues y siempre quiero más cremas, otro rojo de labios o es champú volumizador.  Me encantan las promesas que venden y el aire ideal que respiran. Pero no puedo evitar pensar que en realidad sólo son eso, promesas, sueños… marketing.

Mi tía tiene una piel preciosa con 50 años y la única crema que se pone cada día es la del sol porque si no le salen pecas. Tengo una amiga con el pelo ideal y sé del cierto que no se hace nada especial. Otra de mis amigas lleva las uñas perfectas durante 7 días seguidos y usa una sencilla laca de uñas ni resistente ni nada, y friega a mano y todo! Yo tengo el cabello fino, medio liso medio ondulado y por más champús, sprays o espumas que pruebo  no encuentro nada que haga que mi pelo parezca el pelazo con volumen que deseo.

Está comprobado por más que diga que no  hay nada para mi piel como no sé qué ampollitas, el día que realmente me veo guapa es cuando estoy positiva, descansada y con ganas de todo… Cuando alguien que no te esperas te echa un piropo sin venir a cuento. Cuando te sonríe el guaperas que te cruzas en el metro. O después de buen sexo.

Cada uno es como es y es imposible luchar contra eso. La cosmética está para ayudarnos a sacar lo mejor de nosotros mismos. Pero lo que sin duda nos hará ser más guapos es aceptarnos tal como somos y querernos un poquito más.

Todo esto escribo mientras busco un serum que me dé más luz y un contorno de ojos para suavizar la mirada. Porque todo esto ya lo sabemos pero que bonito es soñar con nuestras cremas y sus promesas.

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