Aprender a nadar

A* se ha convertido en un experto nadador. Así, de un día para otro, ha dejado la burbujita y no solo se ha soltado a nadar si no que recorre la piscina entera, bucea y se tira casi de cabeza!

El verano pasado queríamos que aprendiera a nadar, iba haciendo algunas brazadas hacia mí o su padre pero no acababa de conseguir mantener la cabeza fuera del agua. Eso sí, cuando descubrió las gafas y el tubo enseguida estuvo nadando sin necesidad de flotador. Recuerdo un día que nos fuimos él y yo a mirar peces bajo el agua y estuvo casi una hora nadando a mi lado sin ningún tipo de necesidad de ayuda, excepto cuando quería sacar la cabeza fuera del agua para explicarme algo (lo de que no calla ni debajo del agua es completamente cierto pues se le suele oír blu,blub,blu… pero claro entenderse no se le entiende). Por tanto, sabía nadar pero no tenía suficiente confianza o soltura.

Pensamos en que hiciera un cursillo de natación durante este curso pero al ir a apuntarlo el único horario disponible no nos iba bien así que se quedó sin piscina.

Cuando llego el verano no sabíamos muy bien cómo afrontar la situación para conseguir que definitivamente aprendiera a nadar. Durante los primeros días no quería soltar la burbujita si no era para bucear con las gafas y el tubo. Luego vino una semana de camping con los primos y todo cambió. No quería usar ningún tipo de flotador y prefería hacer dos brazadas que media hora con la burbujita. Y ahora tenemos a un esplendido nadador. Sin más.

Supongo que como la mayoría de cosas con los niños sencillamente ha llegado su momento. Él confiaba en sí mismo y ha ido encontrando su propio ritmo.

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