La maternidad es un vaivén.
¿Cómo puede ser vaivén si en la maternidad se trata de ser una roca dónde resguardarse en lugar de un barco zarandeado por la marea? Os preguntaréis.
Pues como madre no me siento roca, aunque tampoco me siento barco. Más bien me siento marea que en sus ciclos viene y se va, regular pero alterable.
Durante el embarazo y el postparto no podemos evitar una noria emocional. Pasamos de la risa al llanto, de la alegría a la pena, de la tranquilidad a la rabia y en ese sube y baja intentamos encontrarnos.
En los primeros meses el vaivén es físico. Meciendo al bebé echamos las horas de una manera tan natural que el balanceo se convierte en un acto reflejo y así te descubres, aunque estés sola, meciéndote en una cola, esperando el cambio de un semáforo, y aportando esa tranquilidad el movimiento rítmico.
Después el vaivén es psicológico, colindando con una esquizofrenia educativa donde del no se pasa al muy bien y del aplauso a la regañina. Sin término medio. No. No. No. Muy bien. No. No. No. Muy bien.
Para volver a los pocos años al vaivén físico. El día es un ir y venir, de casa al colegio, del colegio a las extraescolares, de las extraescolares a casa. En trayectos más largos pero continúas dejándote llevar por las olas.
¿Será así por el devenir de los años?
uhh…acabas de describirlo bien….que locura verdad? no, yo creo que en unos años será algo diferente, y tendremos otras preocupaciones!!jijjij
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Jaja a ver qué nos trae el futuro. Gracias por pasarte y comentar. Un saludo
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