Yo ya he vuelto al trabajo y en esta primera semana de rutina mientras mis hijos aún disfrutan de sus vacaciones me he puesto a hacer balance del verano.
Las vacaciones han sido largas e intensas, con idas y venidas, viajes, desconexión en el campo, salidas especiales y demás atracciones para distraer a niños y adultos y hacer que todo pase en un suspiro.
Sí, mis vacaciones se me han pasado rápido pero si le pregunto a A* (que ha disfrutado de un mes más y aún le queda) me dice lo mismo.
¿Tienes ganas de volver al cole?
Es una pregunta trampa, que suelto de tanto en tanto para azuzar los buenos recuerdos de la escuela, pero que nunca me da los resultados adecuados
No! ¿Cómo va a tener ganas de volver a la escuela?
Quedamos con amigos. Vamos a parques de atraccions. Jujamos sin parar… Y cuando se nos acaban las ideas a nosotros, vienen los abuelos al rescate. Ni una pizca de la rutina inacabable que recuerdo de mis veranos de playa matutina y juegos en casa por las tardes. El aburrimiento que caía en mi a finales de cada verano de mi infancia y que me hacía desear reencontrarme con los compañeros y volver a los quehaceres diarios no hace ninguna mella en mis hijos.
Y no puedo evitar preguntarme:
Si me esfuerzo menos en convertir en increíbles las vacaciones de mis hijos ¿tendrán más ganas de rutina ?
Y ¿vuestros hijos? ¿tienen ganas de volver a la rutina?