
Ya sé que los hermanos se pelean, y eso todo el mundo lo sabe, pero nadie te prepara para la dosis necesaria de paciencia (santa paciencia) que supone tener dos hijos. Dos hijos que se adoran, se envidian, se necesitan, se buscan, se odian, se quieren… y así todo el rato, cada día, todos los días.
Cuando los veo mirarse, imitarse, reírse juntos mi corazón rebosa y todo se compensa, pero… «hay que aguantarlos»!
Desde que nació A* tuve claro que quería darle un hermanito. No quería que fuera hijo único. Me gustaba la idea que tuviera alguien con siempre poder compartir toda su vida. Un hermano con el que aprender a compartir de verdad. Una persona con quien pelearse sabiendo que siempre, siempre, habrá amor. (Bueno, y yo también quería otro bebé al que achuchar y ver convertirse en otra personita maravillosa, no nos vamos a engañar).
Ahora tenemos esos dos hijos que queríamos y los queremos con locura pero… ¡Santa paciencia! Este es mi nuevo mantra diario porque tener dos hijos hace que tu paciencia deba elevarse hasta el infinito (cosa que te parece absolutamente imposible cuando solo tienes un hijo y crees que eso ya supone todo un reto para tus nervios).
Los hermanos se quieren y se odian 50 veces al día y constantemente están midiéndose el uno al otro y respecto a los demás. Hay puyas constantes, riñas a todas horas y ese insistente mirar qué tiene el otro, cómo se le trata y desear lo del otro sea como sea y para lo que sea. Y evidentemente, si A* está a malas R* reclama insistentemente su ración de atención, y si R* se pone nervioso R* se crispa aún más, convirtiendo cualquier pequeña trifulca en toda una prueba de paciencia p/maternal.
No voy a negar que a veces juegan juntos tranquilos durante un rato pero suelen ser remansos de clama que preparan la siguiente tormenta. Y aunque yo sigo esperando que aprendan a jugar juntos y no se peleen (tanto), respiro hondo, me digo «santa paciencia» y me preparo para volver a pedirles que se dejen los juguetes, que no se chinchen, que si uno está jugando tranquilo el otro puede ir a jugar a otra cosa y…
¡Santa paciencia!
Ay ay, yo estoy recién estrenada en la bimaternidad y ya estoy poniendo al límite mi paciencia, pero ahora para que el mayor no me estrangule al bebé con sus ataques de amor, y es que bruto es un rato, después ya cambiarán las historias! Jejejeje
Me gustaLe gusta a 1 persona
Sí, la bimaternidad prueba la paciencia desde el principio y siempre de manera diferente 😬
Me gustaMe gusta